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Durante el proceso de traducción de un texto, la persona que traduce tiene que hacer muchas tareas simultáneas: lectura y análisis del texto original, documentación, resolución de dudas conceptuales, búsquedas terminológicas, traducción y autocorrección. Es importante no saltarse las fases de corrección y revisión, ya que la posibilidad de que se pase por alto algún error humano es alta. Como se suele decir, cuatro ojos ven más que dos. Por ello, siempre es recomendable que, una vez que la traducción está terminada, otra persona se encargue de revisar que cumple todos los estándares de calidad.
El proceso de revisión consiste en cotejar el texto original con el texto traducido para detectar y corregir imprecisiones, redundancias o errores que pudiera haber en la traducción de partida. En muchos casos puede tratarse de pequeños matices o cuestiones de estilo poco importantes a simple vista, pero que hacen que el contenido gane en calidad y fluidez.
Al revisar una traducción del inglés es probable que se detecten errores como repeticiones de palabras o estructuras sintácticas poco naturales en el idioma de destino, tanto español como gallego. Por ejemplo, es un error bastante común usar los posesivos cuando no son necesarios, por influencia del inglés; así, podríamos encontrar expresiones como «metió sus manos en el bolsillo», cuando lo más lógico en español sería «se metió las manos en el bolsillo» y en gallego «meteu as mans nos petos».
Por otro lado, al corregir una traducción hecha el francés, siempre hay que prestar especial atención a que en el texto no haya lo que se conoce como «falsos amigos» (palabras que se escriben parecido, pero tienen un significado totalmente diferente en otros idiomas), como «demander», «depuis», «quitter» o «entendre».
El proceso de corrección tiene en cuenta errores ortotipográficos, gramaticales y estilísticos, así como aspectos que tienen que ver con la cohesión y coherencia, es decir, la estructura del texto y la forma de presentar el contenido. Aunque todos sabemos que hoy en día existen los correctores ortográficos, contactar con un corrector humano no tiene precio. Solo una persona es capaz de detectar posibles ambigüedades, dobles sentidos o errores sutiles de sintaxis. Corregir estos aspectos es lo que marca la diferencia.